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domingo, 29 de marzo de 2009

La leyenda de Coquena



Cazando vicuñas anduve en los cerros.
heridas de bala se escaparon dos.
_No caces vicuñas con arma de fuego,
Coquena se enoja -me dijo un pastor-.

¿Por qué no pillarlas a la usanza vieja,
cercando la hollada con hilo punzó?
¿Para que matarlas, si solo codicias
para tus vestidos el fino vellón?

No caces vicuñas con armas de fuego,
Coquena las venga, te lo digo yo.
¿No viste en las mansas pupilas oscuras
brillar la serena mirada del dios?

-¿Tu viste a Coquena?-
-Yo nunca lo vide,
pero si mi agüelo- repuso el pastor-;
una vez oíle silvar solamente,
y en unos tolares como a la oración.

Coquena es enano; de vicuña lleva
sombrero, escarpines, casaca y calzón;
gasta diminutas ojotas de duende,
y diz que es de cholo la cara del dios.

De todo ganado que pace en los cerros,
Coquena es oculto, celoso pastor;
Si vez a lo lejos moverse las tropas
es porque invisible las arrea el dios.

Y es él quien se roba de noche las llamas,
cuando con exceso las carga el patrón.

En unos sayales, encima del cerro,
guardando sus cabras andaba el pastor,
zumbaba en los iros el gárrulo viento,
rajaba las piedras la fuerza del sol.

De allende las cumbres de nieves eternas,
venir los nublados miraba el pastor,
después la neblina cubrió todo el valle,
subió por las faldas y el cerro tapó...

Huyó por los filos el hato disperso,
y a los gritos en vano lo llama el pastor.
La noche le toma sentado en cuclillas,
y un sueño profundo sus ojos cerró.

Cuando el alba tiñe -limpiando los cielos-
de rosa las abras, despierta el pastor.
Junto a él, a trueque del hato perdido,
Coquena de oro le puso un zurrón.

No más en los cerros guardando sus cabras
las gentes del valle verán al pastor.
Coquena dispuso que fuese muy rico.
Tal premia a los buenos pastores el dios.

Juan Carlos Dávalos (escritor) (1887 -1959)
del libro: "Poesía, prosa: cuentos, notas, ensayos, relatos."

Atahualpa Yupanqui - El Payador Perseguido (1ª parte)